¿Qué es la Psicología?:
Es una ciencia que estudia los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano, en relación con el medio ambiente físico y social que lo rodea.
Por tanto, la forma de trabajar y abordar las sesiones tiene un por qué, estudiado por profesionales de la psicología/psiquiatría y con validez empírica (siguiendo el método científico).
¿Cómo funciona?:
Podríamos hacer una metáfora entre la psicología y hacer ejercicio: Los resultados nunca son instantáneos, pero con constancia y paciencia acaban viéndose. Hay personas que piensan que el tratamiento psicológico es cosa de una sesión aislada, pero en realidad es empezar a hacer cambios en tu vida, así que es un proceso.
¿Por qué los resultados no se pueden ver en una única sesión?
Cada uno/a de nosotros/as hemos crecido en una cultura, ambiente familiar y social determinado. Esto hace que nos hayamos desarrollado como personas distintas, con características y situaciones muy concretas.
Por ello, romper con algunas de las creencias o formas de actuar con las que estamos acostumbrados/as, es algo que requiere tiempo y paciencia (nadie cambia de la noche a la mañana).
Por otro lado, también se necesita tiempo para aprender a entender a tu entorno y generar herramientas que den respuesta a diferentes estímulos, porque normalmente solemos actuar como normalmente estamos acostumbrados a hacer (a pesar de comprobar que no están dando resultado). Es algo natural del ser humano.
¿Entonces no veré resultados hasta dentro de mucho tiempo?
¡No te asustes! Lo que he mencionado anteriormente es cierto y sirve para explicarte por qué hablamos de «proceso terapéutico». Sin embargo, eso no significa que nunca tenga final y estés ligado a la terapia para siempre. Solo significa que tengas paciencia y no te culpes a ti mismo/a si necesitas tiempos diferentes que otras personas. Es parte del proceso.
Las sesiones están pensadas para durar 60 minutos.
Además, dejo un espacio entre sesiones suficiente para no solaparse, dejándome tiempo necesario para apuntar, reflexionar y meditar sobre lo sucedido antes de que entre la siguiente persona.
Esta pregunta es muy personal, por lo que es difícil de responder.
- Al principio, es recomendable ir una vez a la semana o una vez cada dos semanas, para que el tiempo de terapia sea efectivo.
- Cuando ya estamos en procesos más avanzados, podemos distanciar más las sesiones y preparando el terreno para abandonar la terapia.
- Finalmente, es normal hacer alguna sesión de supervisión para ver cómo lleva la persona su habituación al día a día de forma autónoma.
También es completamente normal, una vez se ha abandonado el proceso terapéutico principal (por lo que vino al principio, que le causaba mucho malestar) volver de vez en cuando a terapia porque surja algo nuevo o algo que ya hemos tratado, pero con bastante menor malestar que cuando se vino inicialmente. Cuando esto pasa, se suele solucionar en menos sesiones.
Por supuesto esto es meramente orientativo, dado que cada persona tiene una situación específica y unas necesidades diferentes.
Los deberes, como les llamo yo, son actividades para favorecer la autonomía de la persona fuera de las sesiones.
La terapia presencial semanal representa un 40% del proceso terapéutico. El 60% restante es trabajo que se realiza fuera de la consulta, por lo que es muy importante que se invierta tiempo suficiente en hacer las actividades para acelerar el proceso terapéutico.
La Resistencia es una emoción que se puede desarrollar en las sesiones por parte del individuo que busca el cambio en su vida. Esto se debe a que los seres humanos tenemos un tipo de sistema de defensa llamado Sistema simpático que se encarga del reflejo lucha-huida. Este sistema servía para defendernos de los depredadores que ponían nuestra vida en riesgo. Actualmente este reflejo ya no cumple esa función, pero sigue existiendo y a veces lo experimentamos cuando una situación es desagradable para nosotros. Nuestro cerebro intenta «huir» o «hacer desaparecer la situación desagradable» para protegernos.
Algunos ejemplos serían:
– Evitar enfrentarnos a lo que nos da miedo (Como por ejemplo, si me dan miedo los perros y oigo un ruido de un perro, evitar pasar por esa calle por si hubiera uno).
– Posponer mucho ir a las sesiones / priorizar siempre otros planes antes que éstas, para evitar hablar de lo que nos hace daño o porque la situación es desagradable.
– Cambiar repetidamente de terapeuta «porque ninguno encaja conmigo», dado que podría ser una evitación de lo que no queremos escuchar o afrontar.
Principalmente utilizo terapia cognitivo conductual (TCC) y humanista.
Aunque es natural querer mejorar en general como persona, la terapia funciona mejor al centrarse en áreas específicas que se quiere abordar y cambiar.
Al definir objetivos claros en terapia, se proporciona una dirección y un enfoque más específico. Esto permite trabajar de manera más efectiva en áreas particulares, entender las motivaciones detrás de ciertos comportamientos o emociones; y desarrollar estrategias y habilidades específicas para abordar los desafíos identificados.
Por ejemplo: En lugar de decir «quiero ser mejor amigo», es mejor decir «quiero ver más a mis amigos», porque podemos trabajar con ese objetivo en mente (y eso hará que seas mejor amigo, al fin y al cabo).
Por eso, te recomiendo que vengas con un objetivo claro en mente y podamos ponernos a ello 🙂